Aulas que enseñan
¡Muy buenas! 👋 ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en cómo el color de una pared, la forma de una mesa o la luz de una ventana pueden cambiar el estado de ánimo de un alumno? En la clase de hoy hemos trabajado el diseño del aula como transformador de emociones, estados de ánimo y conductas, y me ha hecho ver el espacio educativo con otra mirada.
Esta clase se basó en la neuroarquitectura, una rama que surge de la unión entre la neurociencia y la arquitectura, con el propósito de comprender cómo los procesos cerebrales se relacionan e interactúan con los espacios que habitamos (Montiel, 2017). Esto quiere decir que no solo aprendemos dentro del aula, sino a través de ella. Lorenzetti mantiene que el aula puede actuar como un “tercer profesor”, capaz de influir en la motivación, el bienestar y las conductas de los estudiantes.
En primer lugar, analizamos cómo la experiencia emocional sigue un proceso: primero percibimos, luego surge la emoción, que puede transformarse en sentimiento, prolongarse en un estado de ánimo y, finalmente, reflejarse en la conducta. Por eso, un aula fría, con luz artificial y mobiliario rígido, puede generar apatía o irritabilidad; mientras que un espacio cálido, flexible y luminoso fomenta la calma, la cooperación y la alegría.
Después de clase quise profundizar y busqué algunos ejemplos reales. En el vídeo sobre las escuelas finlandesas, observé cómo el diseño está pensado para el bienestar: aulas abiertas, rincones acogedores, colores suaves y libertad para moverse. Por otro lado, las escuelas nórdicas tienen algo esencial para que las aulas puedan ser entornos en el que se pueda aprender mediante el diálogo en grupo y que el nivel de ruido no sea la razón para dejar de plantear este tipo de dinámicas o metodologías. En otro vídeo sobre neuroarquitectura educativa, se muestra cómo el ambiente puede ser un auténtico propulsor del aprendizaje. Y en la charla TED de Rosan Bosch, Diseñar escuelas de donde los niños no quieran irse, se expone una idea esencial: una escuela debe parecerse más a un lugar donde se quiere estar que a un sitio donde se tiene que ir.
Todo esto me hizo pensar que decorar un aula es un gesto estético, pero también una decisión pedagógica. Los colores, las texturas, la luz y la distribución del mobiliario comunican emociones. En Educación Primaria, donde las emociones marcan cada experiencia, los colores, los materiales y la disposición del mobiliario pueden ser tan importantes como los contenidos. Un rincón con madera y cojines puede invitar a leer, una mesa redonda puede promover el diálogo, y un toque de color puede despertar la creatividad dormida.
Comentarios
Publicar un comentario